The Beijing Center

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TWO DOWN, TWO TO GO!

你好! I have officially been living and studying in Beijing for two weeks and have two more weeks to go! I have to admit that I can’t believe it’s already the third week, it really has flown by. I have looked forward to going to China for as long as I can remember and thanks to China Encounter it was made a reality. These weeks have been filled with fun and fascinating trips to popular tourist spots, restaurants, and “real Beijing” locations.

ÚLTIMA ENTRADA DESDE BEIJING

El aeropuerto de Beijing tiene tres terminales; la uno, la dos y la tres. La tercera es para vuelos internacionales, la primera para uso exclusivo de los miembros de la élite del partido y la segunda para vuelos domésticos y algunos destinos cercanos. Yo estoy en las segunda con Lance, Stephanie, Victoria y un chico que nunca habla, creo que se llama John. Juntos esperamos a que las aerolíneas abran el escritorio del check in para registrar nuestras maletas.

MI MUCHEDUMBRE

Lo que pasa en occidente —o al menos en en que yo vivo— es que las personas se desplazan y usualmente poco importa a dónde vayan o con quién. Yo me muevo entre la muchedumbre de la universidad y la gente ni se entera, así cómo yo no me entero de ellos y los refiero como «muchedumbre».

CHINESE SINGLES’ DAY Y TODO LO QUE PASA A LAS 11:11 DEL 11

Esta tarde, mientras comía en la cafetería conocí a dos nuevas amigas. Dos estudiantes de mundo a portas de graduarse de su maestría en traducción. Las dos se rieron cuando les pregunté por el tal Singles’ Day. Según me contaron, la festividad es una nueva práctica que se celebra principalmente entre los estudiantes universitarios por pura diversión. En concordancia, varios bares en Beijing ofrecen actividades para aquellos en busca del amor (qué cursi) y por eso también Munch, el restaurante estadounidense favorito de mis los gringos acá, organizó una sesión de citas rápidas en las que ofrecen pizza y café por solo 50 yuanes, la módica suma de 15.800 pesos colombianos.

PINGYAO

Ando en Pingyao, una de las ciudades más lindas que he visitado en China. Mientras merodeo por estos lares me siento como explorador de NatGeo, Discovery Travel and Living y Lonely Planet; todo a la vez.

PRIMERO DE OCTUBRE EN TIANANMEN SQUARE

Un aplauso para las pesonas de Google que vinieron con la idea de celebrar con doodles las fechas, los lugares, los personajes y las ideas del putas que han significado cambios en las maneras del mundo. Frecuentemente me saca una sonrisa ver homenajeados a los que admiro en las diferentes versiones del logo del buscador.

TÉ, CHOCOLATE Y CAFÉ

Estoy en el punto en el que, si estuviera en mi casa, me levantaría del escritorio y prepararía un buen café. En cambio del sabor medio amargo y la cafeína que ayuda a escribir, voy a la cocina de los dormitorios a rellenar mi termo con agua caliente para preparar más té.

EL AIRE PURO DE BEIJING

Desde UIBE, la universidad en la que vivo, se puede llegar a los Hutongs en carro, taxi, bus, moto (no estoy segura, en algunas zonas están prohibidas), metro o bicicleta. Para mí, bus, metro y taxi parecían las únicas opciones reales. Sin embargo, durante el fin de semana, mis compañeros de TBC y yo –acompañados por un grupo adorable de estudiantes chinos– fuimos al lugar montando en bicicleta.

BU LA

Hoy me parece que el comienzo de la rutina inicia con el simple acto de almorzar. El primer llamado del estómago fue a las 11:30 de la mañana en mi cuarto, a unos cinco minutos del edificio de cafeterías. A las 12:30, una hora después, logré pedir un bowl vegetariano con poquito picante y pagar exitosamente la exuberante suma de 18.5 RMB, unos 6.100 pesos colombianos.

LA CHINA UYGHUR

Los campesinos uyghur que conocí en Kashgar viven en una casa de material parecido al bareque. Cultivan algodón, maíz, arroz y un producto chino que no puedo precisar porque me perdí en el inglés complejo del guía local. El gobierno chino va a darle a la familia de cinco miembros un casa de ladrillos. No se sabe cuando, pero tiene 150 metros cuadrados y el agua no se filtra cuando llueve.

PRIMERA ENTRADA

El hotel en el que estoy hospedada, mientras atino a las palabras para escribir este blog —que empieza tarde—, parece una casita colonial de Perú o Bolivia. No sé cuál de los dos, la verdad, no he visitado ninguno. Lo digo con base a un par de búsquedas rápidas en Internet y en un comentario de Kelly, una niña de Baltimore que fue a Suramérica hace poco y confirmó mis sospechas.