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Primero de Octubre en Tiananmen Square

By Laura Rojas-Aponte

Un aplauso para las pesonas de Google que vinieron con la idea de celebrar con doodles las fechas, los lugares, los personajes y las ideas del putas que han significado cambios en las maneras del mundo. Frecuentemente me saca una sonrisa ver homenajeados a los que admiro en las diferentes versiones del logo del buscador.

Los doodles informan y alegran la mañana, a la par que bajan la rentabilidad del planeta con el tiempo que los usuarios gastan curioseando, o al menos eso leí en este otro blog, por cierto, ese sí que lo recomiendo.

Entre mis doodles favoritos están el de la conmemoración de los ochenta y cinco años de Sendak, el de la celebración del Diamond Jubilee de la Reina Isabel -Isa, de cariño-; el del cumpleaños de Michael Jackson en el 2009 y, ahora, el de la celebración del día nacional chino.

Por cuenta del evento que inspiró el doodle tuve unos días de receso para disfrutar Beijing. El plan original era aprovechar el ratico y conocer Shanghai, pero las hordas chinas bloquearon mi camino; los tiquetes de tren se agotaron de la noche a la mañana, ¡literalmente! En lugar de ir a la cita con Laura (mi tocaya y compañera de travesías) para comprar los boletos, fui a una cena en la que una señora agradeció a un compañero por haberla contactado luego de encontar su iPhone en la calle. La dama no solo invitó a Lance -el chico-, sino que también insistió para que trajera a quince amigos con él. Comí como los dioses. Por razones chinas que aún desconozco los tiquetes de tren comienzan a venderse doce días antes de la fecha del viaje en Internet y diez en agencias de viajes. Para comprar en línea se necesita una tarjeta china, la mía es colombiana. La tutora de mandarín de Laura iba a ayudarnos con la suya, ante mi ausencia esa noche prefirió esperar. Laura suplicó que hiciera click en «Comprar» asegurando que yo estaba convencida del viaje, eso no vale para los chinos. A la mañana siguiente intentamos de nuevo, pero los lugares en el tren se habían agotado.

Atrapada en Beijing durante la Golden Week hice un plan con mis amigos para conocer la ciudad como si fueramos turistas; que de hecho es nuestro rol. Ayer fui a una exposición de las Semana del Diseño en Beijing y hoy (primero de octubre), a las seis de la madrugada, casi conocí Tiananmen Square.

El día nacional se celebra el primero de octubre. Básicamente lo que se conmemora es la fundación oficial de La República Popular China. El mismo día del mismo mes de 1949, Mao Zedong se paró en la Gate of Heavenly Peace -en Tiananmen Square- e inauguró el país del partido comunista que gobierna hasta hoy. Leí en las noticias una cita de una publicación en Weibo (el Twitter de acá) que refleja la actitud de los detractores:

“Isn’t our country recognize around the globe as a product of 5000 y  ears of Chinese civilization? How can a group of people say it 64 year-old? Rumor, definitely, a rumor.”

En todo caso, una vez en Beijing el famoso día, ¿por qué no ir a la celebración? El cuatro de junio del año pasado asistí -por accidente- a la fiesta en Buckingham Palace de los sesenta años de la Reina Isa en el trono; el evento fue alucinante. El pueblo unido, no por una persona, sino por los símbolos que forman su identidad, fue un espectáculo conmovedor. Para el día nacional chino la asistencia al evento fue premeditada y precedida por una corta pero sustanciosa búsqueda en Internet la noche anterior. Lo único en lo que los sitios estaban de acuerdo era en que la muchedumbre iba a ser fenomenal. La recomendación era clara: Stay away.

A pesar de las señales Laura y yo nos encontramos a las seis treinta del día siguiente y nos dirigimos a la multitud. Aunque las dos salimos con chaqueta impermeable, caminamos estrechas bajo una sombrilla hasta la estación de metro. Avanzamos un poco más de lo debido gracias a que Tiananmen West y Tiananmen East, las estaciones, estaban cerradas. Rumbo a la plaza la policía interrumpió nuestro paso. Un oficial dijo en inglés chino (un nuevo idioma producto del acento del segundo en el primero) que podíamos ingresar a las diez. Esperamos bajo la lluvia.

A las diez treinta nos dimos cuenta que jamás íbamos a entrar. Resulta que no importa cuán temprano un ciudadano corriente llegue a la plaza central de su país, no está invitado a celebrar el día de la instauración de People’s Republic of China. La fiesta nacional es un evento privado reservado para los políticos en el top de la pirámide y para las personas que se necesitan ahí por mera logística. Así como el cielo en Beijing cuenta las consecuencias del modelo económico chino, la celebración del primero de octubre relata el funcionamiento político del país; el gobierno no funciona para la gente que llega en metro a Tiananmen Square, funciona para las personas con conexiones vinculadas al poder y para unos ‘suertudos’ que aterrizan porque el Partido los requiere.

Al final, Laura y yo nos paramos en frente de uno de los centros comerciales más exclusivos de Beijing y vimos la conmemoración de La República Popular China en la pantalla gigante de un local de McDonalds.